ESTO NO ES UNA CRÓNICA DE JAZZ
Aviso, esto no es una crónica de jazz. Llueve y me voy corriendo (en
la medida en que se pueda correr con una muleta a cuestas), con los pies
mojados y el corazón caliente a casa a tomar una ducha (qué pijada de
expresión, lo siento). Sigo corriendo, ahora en coche, es más cómodo.
Marco Mezquida, ese pianista con cara de tímido que nos dejó con los
ojos como faros en el concierto del batería Rob García (los que
estuvieron allí saben de qué hablo), toca en el Aula Magna de Letras,
con Carlos Falanga, batería argentino, y Marko Lohikari, contrabajista
sueco (de Uppsala, para más datos, la isla del torturado Bergman), en el
mapamundi hay fronteras, aquí no. Faltamos a uno, pero ¡volvemos a
Universijazz!
Comienzan con dos temas elegantemente encadenados, sin decir ni pío
al distinguido público de Universijazz, que sabe a lo que viene. Digo
esto, porque su jazz no es fácil, jazz contemporáneo para exquisitos
paladares. Antonio en la intro habla de Keith Jarret, y Mezquida lo
confirma con sus dedos.
Los músicos se pasean por sonidos intimistas (precioso el dedicado a
una recién nacida), otros más sincopados, y escarceos con ritmos
bluseros cercanos al gran Ray Charles. En fin, hoy he decidido no
aburrirles con títulos. Me sorprende el bueno de Marco cuando se
refiere a Radiohead con relación a uno de ellos. No en vano, Thom Yorke
siempre reconoció su obsesión por Mingus, y el “Kid A” (mi “prefe”,
dicho sea de paso), tiene dentro mucha escala jazzística.
Bueno, volvemos al concierto, ¿qué decir?, una suerte haber estado allí,
en ese naufragio sublime que creció y decreció a golpe de baqueta, en
esa revolución ordenada de talento, rodeado de sonidos y de abismos,
abstraído en un pentagrama mágico que se escapa del tiempo y del
espacio.
Me voy a casa, y no puedo dejar de hablar del concierto y de los
músicos, por eso inmediatamente escribo en mi móvil esta crónica, que no
es una crónica de jazz, no, es solo la crónica de un fantástico día
lluvioso.
Jorge Fernández-Bermejo Rodríguez