EL PIANO DE MOISES: UNIVERSIJAZZ 2014-15 (28/10/2014)
Que la música es una progresión aritmética, unas veces, vertiginosa y otras pausada, lo sé porque me lo enseñaron los dedos de este “niño prodigio” o “ser humano prodigioso” llamado Moisés P. Sánchez. Sobran las presentaciones, nuestro amigo Antonio lo presentó como el mejor pianista español de jazz del momento. Su caché lo acredita, pues ha tocado en bandas lideradas por gigantes como Benny Golson o Chuck Loeb. Sorprende su comportamiento humilde y lejano a cualquier pretenciosidad. Bueno, no sorprende, los genios son así, yo lo comprobé en una actuación en Clamores del “abuelo” (dicho en sentido cariñoso) Don Pedro Iturralde, de la que tenemos crónica, por cierto.
Un precioso piano de gran cola (no sabía que existieran), presidía el escenario. Las cartas sobre la mesa, acústico en toda su expresión, “el hombre” frente a “la máquina” en busca de la hermosura. Presentaba su disco “Soliloquio” para todos los allí presentes, que fuimos muchos. Asistimos a un espectáculo emocional y emocionante. Música para cerrar los ojos y abrir el corazón.
Que la música es una progresión aritmética, unas veces, vertiginosa y otras pausada, lo sé porque me lo enseñaron los dedos de este “niño prodigio” o “ser humano prodigioso” llamado Moisés P. Sánchez. Sobran las presentaciones, nuestro amigo Antonio lo presentó como el mejor pianista español de jazz del momento. Su caché lo acredita, pues ha tocado en bandas lideradas por gigantes como Benny Golson o Chuck Loeb. Sorprende su comportamiento humilde y lejano a cualquier pretenciosidad. Bueno, no sorprende, los genios son así, yo lo comprobé en una actuación en Clamores del “abuelo” (dicho en sentido cariñoso) Don Pedro Iturralde, de la que tenemos crónica, por cierto.
Un precioso piano de gran cola (no sabía que existieran), presidía el escenario. Las cartas sobre la mesa, acústico en toda su expresión, “el hombre” frente a “la máquina” en busca de la hermosura. Presentaba su disco “Soliloquio” para todos los allí presentes, que fuimos muchos. Asistimos a un espectáculo emocional y emocionante. Música para cerrar los ojos y abrir el corazón.
Comienza el concierto, y el piano, como una culebra, serpentea, sube y baja, la melodía crece y decrece, las pupilas se dilatan, y el alma suena y sueña.
Atravesamos, sin necesidad de mover los pies, brumas, zozobras, tormentas,tinieblas y finalmente crepúsculos.
Hoy no cometeré el error de aburrirles con los temas de las distintas composiciones, hay que dejarse llevar. Sólo les diré que la cuarta me sonó mucho a un tal Chick Corea, y que me encantó su homenaje final a Bela, no Lugosi, hablamos de Jazz, nos referimos a Bela Bartok. Rítmico, íntimo, intimista, exhibicionista, exuberante, enérgico, sutil, pero siempre cálido y apasionado, en definitiva, irresistible. No sé si es innecesario o inútil adjetivar a un piano que habla solo, hay cosas, ya sean imágenes, sonidos o fragancias, que no caben en las palabras, por ejemplo, los andares de Marilyn Monroe, la sonrisa incondicional de Ingrid Bergman o la mirada atormentada de Montgomery Clift. Pues con el sonido del piano de Moisés pasa lo mismo, trasciende a las palabras por más que pretendamos describirlo haciendo uso del lenguaje, porque constituye un lenguaje en sí mismo, un idioma mágico, el de la música, que nos hipnotiza, que nos emociona, y logra evadirnos hacia un trance único amargamente limitado en el tiempo. En fin, comienzo monumental de la nueva temporada de universijazz.
Jorge Fernández-Bermejo Rodríguez
Atravesamos, sin necesidad de mover los pies, brumas, zozobras, tormentas,tinieblas y finalmente crepúsculos.
Hoy no cometeré el error de aburrirles con los temas de las distintas composiciones, hay que dejarse llevar. Sólo les diré que la cuarta me sonó mucho a un tal Chick Corea, y que me encantó su homenaje final a Bela, no Lugosi, hablamos de Jazz, nos referimos a Bela Bartok. Rítmico, íntimo, intimista, exhibicionista, exuberante, enérgico, sutil, pero siempre cálido y apasionado, en definitiva, irresistible. No sé si es innecesario o inútil adjetivar a un piano que habla solo, hay cosas, ya sean imágenes, sonidos o fragancias, que no caben en las palabras, por ejemplo, los andares de Marilyn Monroe, la sonrisa incondicional de Ingrid Bergman o la mirada atormentada de Montgomery Clift. Pues con el sonido del piano de Moisés pasa lo mismo, trasciende a las palabras por más que pretendamos describirlo haciendo uso del lenguaje, porque constituye un lenguaje en sí mismo, un idioma mágico, el de la música, que nos hipnotiza, que nos emociona, y logra evadirnos hacia un trance único amargamente limitado en el tiempo. En fin, comienzo monumental de la nueva temporada de universijazz.
Jorge Fernández-Bermejo Rodríguez